Claudio López: 3 años de imperdonable ausencia





Tal día como hoy, pero hace tres años ya, estaba en La Adrada, disfrutando del aire de la sierra y del que yo creía que iba a ser un día estupendo. Una llamada lo cambió todo. El aire no entraba en mis pulmones, mis ojos decidieron zambullirse en un mar de lágrimas saladas y silenciosas, mi cabeza comenzó un paseo por la noria de los recuerdos... Mi amigo, mi maestro, mi compañero y colaborador Claudio López había dejado de respirar. No fué una decisión suya pero yo lo sentí como un abandono imperdonable.

Su familia me llamaba. Su hija Cristina me daba la triste noticia de nuestra orfandad. Su mujer, Ventura, me decía que me había nombrado hasta el último momento. Su hija Rocío me transmitía el estado de la familia... Y a mi dolor se sumó el orgullo de formar un poco parte de esas increibles mujeres que habían constituído el núcleo central de la vida de Claudio.

Le puse una esquela laica y me puse manos a la obra para organizarle un homenaje, no el que él merecía o querría, sino el que necesitábamos quienes le habíamos conocido, para tratar de retenerle un poco más junto a nosotros.

¡Qué tonta era en aquel momento! No me daba cuenta aún que hay seres que por mucho que se vayan, siempre están con nosotros. Desde entonces, permanece en mi corazón junto a la parcela que le tengo concedida a mi padre y que suelo regar con lágrimas cada día. Da lo mismo el tiempo que pase. Es una cicatriz, pero una cicatriz mal cerrada. Duele más, pero así los demás no la ven sangrar.

Claudio, aunque Cristina no quiere porque sabe que la regañarías, yo sé que nos estás viendo. Sé que no te pierdes una de todo lo que está pasando y tendrás hecho tu certero análisis de la situación que nos estamos perdiendo.

¡Prenda, que duro vivir sin tí! El único consuelo es que nos hayas dejado a Ventura y a tus hijas con nosotros, que son dignas herederas de tu recuerdo y tu memoria.

Creo que todavía no te he perdonado el abandono porque sigo necesitando tus sabios consejos y ver esa cara tan dulce de venerable y venerado hombre íntegro.

No quería dejar pasar el día sin recordarte por escrito y sin enviar a mi "otra familia" el mayor de los alientos para que continuen adelante. ¡Claudio López, te queremos!

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