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"Los Nuevos Hombres Nuevos" de Miguel Lorente nunca estará en la "Olvidoteca"



"Los Nuevos Hombres Nuevos" último libro de Miguel Lorente nunca se encontrará en la "Olvidoteca" que ha creado el Hotel Conde Duque de Madrid para exponer los libros que se dejan olvidados sus huéspedes tanto nacionales como internacionales. Será, como siempre, un libro que se recuerde como se recuerda siempre a Miguel, una vez que se le conoce.



Conocí personalmente a Miguel Lorente por 1999 ó 2000 y el sí que me pareció un hombre de los nuevos... Vamos, de los diferentes... Oirle no sólo era una gozada por sus conocimientos, sino porque era oir los pensamientos de una mujer, de una mujer feminista, en boca de un hombre. Lo que, por lo menos, te deja anonadada. Si a eso le unes su simpatía, su honestidad, su cercanía y sobre todo su profunda convicción... no es raro que todas las mujeres que le conocen "caigan en sus redes".

Trabajamos juntos en un proyecto sobre Violencia de Género de la Federación de Mujeres Progresistas, junto con la Facultad de Medicina y el Instituto de Criminología de Granada, y fue fascinante comprobar que su oratoria está a la par que sus conocimientos. Hay muchas personas que saben mucho pero no tienen la capacidad de transmitirlo. Este no es el caso de Miguel, al que comprenden catedráticos pero también esas amas de casa que no han tenido opción de estudiar y le decían aquello de "Mi marido me pega lo normal", lo cual fue objeto del título de uno de sus libros más reconocidos.

Este médico forense de Jaén, que estuvo en el cuartel general del FBI en Quantico (Virginia), ese que sale en las pelis y que hacen perfiles psicológicos..., se ha recorrido España en su coche, y muchas veces pagándose la gasolina, para acudir a las Jornadas, Sipmosiums, Charlas o Congresos a los que todas las ONG le invitábamos para hablar de malos tratos y Violencia de Género. De él aprendimos la diferencia entre la violencia de género y otros tipos de violencia, cosa que no tienen clara todavía mcuhos miembros de la judicatura ni una gran parte de la sociedad.

¿Cómo no nos íbamos a alegrar las ONG cuando la ministra Aído le llamó para ser Delegado del Gobierno contra la Violencia de Género? No creo que hubiera otro mejor. No creo que hubiera otro que aceptara el reto de intentar cambiar las mentalidades que una Ley no puede cambiar y sin cuyos cambios no es posible acabar con esta lacra social que se cobra más vidas al año que el terrorismo etarra.

Tras "Mi marido me pega lo normal", escribió "El Rompecabezas", y después de algunos ejercicios literarios muy suyos a escrito este: "Los Nuevos Hombres Nuevos" en el que habla del machismo y el postmachismo, de los nuevos mitos creados ante los nuevos roles sociales adquiridos por las mujeres... Vamos como para no perdérselo... Y encima como si fuera una premonición del éxito se lo ha publicado la Editorial Destino. Lo quiero en mi Biblioteca ya.

Y a tí, querido Miguel te deseo todo el éxito del mundo con la nueva publicación --que, hijo, no se cuando tuienes tiempo de escribir-- y por supuesto en tu cargo como Delegado del Gobierno. Entre todos y toadas lograremos erradicar esta violencia sin sentido.

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Discurso en Español de la Toma de posesión de Obama



Por el momento histórico que supone creo que será de vuestro interés conocer el discruso del primer presidente negro de EEUU, que ha utilizado las nuevas tecnologías, incluidos los blogs, para su campaña y concectar con la realidad social de la calle y de la ciudadanía:

RTVE.es 20.01.2009

Compatriotas:

Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.

Ya son 44 los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.

Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.

Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo a la hora de tomar decisiones difíciles y de preparar a la nación para una nueva era.
Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta.

Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas.

Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados Unidos debe saber que les haremos frente.

Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.

Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos, pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.

Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los océanos en busca de una nueva vida.

Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste; soportaron el látigo y araron la dura tierra.

Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.

Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que todas las diferencias de origen, riqueza o facción.

Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.

Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen unidos. Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste. Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para hacer frente a las necesidades de una nueva era.
Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.

Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven.

La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a los programas. Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día, porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su gobierno.

La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura hacia el bien común.

En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos ideales aún alumbran el mundo y no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos a asumir el liderazgo una vez más.

Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones. Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente, de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.

Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.

Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.

Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes. Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo, no podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz.

Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.

A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.
A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que, como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.

Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento, patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un momento que definirá una generación- es precisamente este espíritu el que tiene que instalarse en todos nosotros.

Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo que al final decide nuestra suerte.

Nuestros desafíos podrán ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente podrán ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se exige, por tanto, es el regreso a esas verdades. Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.

Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.
Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado.

Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas palabras:
"Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso."

América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones, recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.
Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.


RTVE:

http://www.rtve.es/noticias/20090120/discurso-completo-espanol-toma-posesion-obama/222148.shtml


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La cárcel de Picassent rehabilita con striptease a sus presos


Que a la persona "drogadicta" le envíen por correo los laboratorios farmaceúticos muestras gratuitas de estupefacientes... Que por donde rondan los violadores "rompan" las bombillas de todas las farolas y reine la oscuridad... Que por donde deambulen los cacos, todas las señoras lleven los bolsos abiertos... Igual de incongruente y estúpido que estos ejemplos es lo que de verdad ha ocurrido en la cárcel de Picassent...

No se les ha ocurrido otra cosa para la rehabilitación de los presos, entre los que se encuentran maltratadores y agresores sexuales, que ofrecerles un "striptis" con el que regodear sus gónadas e incrementar su nivel de testosterona.

Es inaudito y vergonzante que a estas alturas y de una manera pública y con dineros oficiales se utilice el cuerpo de una mujer como mercancía para regocijo de unos hombres que han atentado contra los valores ciudadanos robando, matando, violando, maltratando... Lo hacen todos los días desde los televisores ofreciendo a las mujeres como objetos a los que se puede aspirar a tener como se puede esperar comprar un coche o un colchón a plazos. "Objetos" que por extensión son de la propiedad de quienes los compran y por tanto pueden hacer con ellos lo que quieren, incluso romperlos o deshacerse de ellos. Son los spots publicitarios que denigran a las mujeres y las rebajan hasta el nivel de objetos sexuales, de mercancías de uso común.

¿Será lo próximo un calendario de niños/as para regocijo de pederastas? ¿O una revista de mansiones con todos sus objetos de lujo para los ladrones? ¿O SIMPLEMENTE para los hombres que no están en la cárcel, más que la de su machismo, seguirán los anuncios en los que para promocionar una colonia o una batidora sigan enseñando el cuerpo de una mujer desnuda?

Este atentado contra la Ley de Igualdad que se ha producido en la prisión de Picassent tiene que tener responsables, y éstos merecen estar donde sus espectadores de striptís, pero aislados, no sea que en el patio se dediquen a relatar historias porno para preparar la líbido de quienes salgan con permisos y aprovechen de paso a "cargarse" en cualquier sentido a una mujer indefensa.

¡Responsabilidades ya!
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El colega Tintín cumple 80 años y sigue hecho un chaval



Crecí con él. Juntos fuimos a la Luna, aunque mi veraneo no pasara de casa de mis tíos en el barrio de San Blas. Juntos extrajimos "oro negro" aunque en casa no tuviéramos ni para los libros de sus aventuras y nos valiéramos de la biblioteca infantil de la Calle Raimundo Fernández Villaverde, donde por cierto cuando cumplías determinada edad (ahora no recuerdo cuál) ya no podías sacar ese tipo de libros. Era entonces cuando chantajeaba a mis hermanos pequeños para que me sacaran alguno "de contrabando".

La primera "palabrota" que salió de mi boca fue "bachibuzuk" porque hasta los descabellados insultos del capitán Haddock eran fuente de inspiración en una familia en la que estaba terminantemente prohibido llamar siquiera idiota a un hermano o hermana, cuanto menos a nadie ajeno. Pero ectoplasma, marinero de agua dulce y otras lindezas nos venían bien porque imaginábamos, al decirlos, que nos salían rayos de los ojos, que estrellas se posaban alrededor de nuestras cabezas y que remolinos daban vuelta lanzando nuestro enfado.

Conocimos a través de sus historias a príncipes como Ottokar, a sopranos como la Castafiore, a genios como Tornasol con cierto parecido en el pelo al querido Einstein. Recorrimos mundo sin salir de la misma acera del mismo barrio donde nos turnábamos para ponernos los únicos patines que habían traído los reyex para todos los hermanos: Perú, Tibet, China, Francia, África... Aprendimos, si no geografía e historia, algo tan importante como ello, y es que el mundo no se acababa en Cuatro Caminos. Que había otros mundos.

La única pena es que Tintín, con sus despistados y reiterativos Hernández y Fernández nos dio una imagen de la policía un tanto bonachona que por aquel entonces no se correspondía con la realidad española.

En fin, no voy a decir que ese periodista belga que recorría el mundo, y tenía algo del detective Poirot, con el que compartía la nacionalidad belga, me hiciera estudiar periodismo, pero desde luego sirvió para que la considerará como una de las profesiones que quería "ser de mayor" junto con la de azafata y detective de policía (No en vano soy géminis)

Acabé de periodista y por ello no se me escapa que Hergé, el autor de Tintín, fue acusado de todo: anticomunista, antisemita, racista, e incluso sexista. Esto último me imagino que basado en la escasez de personajes femeninos de las historias y en que la Castafiore, además de romper todos los cristales con su voz de soprano, era muy pesada y perseguía, por no decir acosaba, al pobre capitán Haddock hasta en su castillo de Moulinsart.

Nunca indagé en la vida del autor, porque su obra me ofrecía en cada viñeta una ventana abierta por la que salía con los personajes amigos y me evadía de no tener dinero para comprar pegamento y hacer los trabajos escolares utilizando agua y harina. Receta que mi madre nos aconsejaba y que hacía que nuestros cuadernos fueran los más voluminosos de la escuela.

Tintín cumple 80 años y sigue habiendo generaciones que le siguen descubriendo. No se si queriendo como lo hacíamos nosotras y nosotros, que carecíamos de la décima parte de lo que hoy, por suerte, tiene nuestra infancia en España. Mientras que haya un niño que le descubra Tintín puede seguir siendo un chaval hasta los 100. Yo hoy al recordarle también me siento más joven.

Si quieres ampliar información sobre Tintín, te recomiendo http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7822000/7822210.stm#

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El periódico ADN cierra su versión digital



Siempre es triste para una periodista hablar del cierre de un medio de comunicación, pero también debe serlo para el resto de la ciudadanía. En España no estamos muy acostumbrados a ser críticos con lo que nos ponen delante por eso cuantas más opiniones e informaciones tengamos, más elementos de juicio tendremos para conformar nuestras propias opiniones.
No todos los periódicos dicen lo mismo, no todos los medios digitales repiten enfoques, quizá sí temas, pero no enfoques, pero es que además los Medios de Comunicación además de responder a intereses económicos y políticos, están conformados por personas, periodistas que se ganan la vida con un oficio no siempre comprendido y pocas veces respetado.
En este caso, ADN, que había conseguido 1,3 millones de personas usuarias, cierra su versión digital, lo que se traduce en 40 puestos de trabajo menos en Madrid. El comunicado ha llegado desde la dirección del diario hoy mismo, cuando se han dado a conocer las actuales cifras de paro.

Adn.es fue creado en julio de 2007 por el periodista y consultor de medios Juan Varela. El diario sólo ha conseguido sobrevivir un año y medio y la causa --según ellos-- ha sido la crisis: "El cierre no está causado por el proyecto periodístico, es una decisión puramente económica", han declarado fuentes de la publicación electrónica.

Ahora se inicia una negociación entre el comité de empresa y la dirección para determinar las fases del cese de actividad. Se baraja un plazo de dos semanas para que Adn.es deje de funcionar. En el aire queda la posibilidad de que la edición impresa siga volcando sus contenidos en la web.
Queda también en el aire una pregunta: Si el proyecto periodístico funciona según ellos, si quizá sigan volcando los contenidos impresos en internet ¿no parece que prescindir de esos 40 puestos de trabajo es como evitar que sus ganancias disminuyan en algún momento, aunque no dejarán de ser ganancias y no pérdidas?
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¡Por fin se han acabado las Fiestas de Navidad!


Con la mandíbula desencajada de sonreir a tantas personas a las que casi no ves el resto del año. Ni te importa. Con la mandíbula desencajada de tanto comer proteínas, lípidos, grasas, etc. en forma de pez, pavo, cordero, gamba o roscón. Con la mandíbula desencajada de aspirar el humo de mil cigarrillos nocturnos regados con cava, champán o licores varios...


Terminan las fiestas, termina el año y seguimos celebrando como tontos, que somos más viejos, tenemos menos dinero en los bolsillos y más marcas en las ojeras, que han reposado en el regazo de la almohada mucho menos de lo que debieran, para no lucir ese morado purpúreo tan poco favorecedor.

Ahora hay que arreglar el estómago y la casa que está revuelta. Las sobras se acumulan en la nevera con una mezcla de olores altamente sospechosos... Y todo ¿para qué? Para fingir durante algunos días que todavía no hemos crecido del todo. Que tenemos algunas ilusiones de reminiscencia infantil que pueden ser revividas si le ponemos la conveniente dosis a los camellos de unos reyes, que vaya usted a saber si existieron alguna vez.
Para eso o quizá para que no nos acusen de siesos, descastaos, aburridos, serios... Vamos que para mantener al día la estima y la autoestima nos gastamos una pasta gansa y hacemos un huevo de cosas que no nos apetece ni un pimiento morrón. La verdad es que "estos romanos están majaretas".... Menos mal que por fin se han acabado las fiestas de Navidad, por lo menos hasta el año que viene, en el que volverá la burra al trigo...

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Silenciar a "los Mensajeros"

Si por algo se han caracterizado los regímenes totalitarios ha sido por el silenciamiento de los Medios de Comunicación. El dominio de los medios asegura a quienes no creen en la democracia, sino en la imposición del miedo y el terror, el poder actuar impunemente, sin correr el riesgo de ver cuestionadas sus acciones.
En un estado democrático como el nuestro, la ciudadanía no puede tolerar que se atente contra la base de su organización, contra hombres y mujeres que en ejercicio de la libertad de expresión informan a la población tanto de lo que quiere oir como de lo que no queremos enterarnos.
Los y las periodistas son garantes de muchas de las libertades que hemos estado demandando en España durante muchos años de dictadura. Y ni ésta ni la dictadura de las armas terroristas pueden cerrar la boca a quienes honestamente practican su profesión y mantienen alerta a la población de posibles involuciones que unos cuantos desalmados quieren imponer al pueblo soberano que ha decidido hace años que las urnas son más poderosas que las armas.