Carmen Laviña
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La Violencia de Género no es cualquier violencia
El origen más obvio de la Violencia de Género es el machismo imperante en
la sociedad. Pero, ahondado en ello, este machismo tiene su origen en una
sociedad patriarcal y androcéntrica, que pone al hombre como medida de todas
las cosas, concediéndole el espacio público, el prestigio, el mundo laboral
remunerado, el éxito, la fuerza, el poder, la razón y la toma de decisiones,
subordinando y relegando a las mujeres al ámbito doméstico, de cuidado de los
demás, no remunerado, al sentimiento y la mayoría de las veces, a la
invisibilización de sus personas y de sus logros.
Sí las cosas llevan así miles de años, es porque se ha promovido una
Educación en la que las cosas se mantienen como están, que no promueve ningún
cambio en los roles de mujeres y hombres, ni se fomenta la igualdad y la
equidad entre ambos sexos.
Cuando se producen cambios en las situaciones de las mujeres y éstas tienen
acceso al mercado laboral remunerado, no se produce paralelamente, la entrada
de los hombres en el cuidado del hogar y de las personas dependientes de la
familia, por lo que las mujeres se cargan con una doble y triple jornada de
trabajo.
La independencia económica de éstas, el contraste de la situación que viven
en su hogar con respecto a otros hogares, el poder adquirir información y
autonomía, el no consentir actitudes humillantes del pasado... provoca una
reacción en ciertos hombres (no todos) que quieren seguir imponiendo sus
criterios ideológicos y de actuación, por los medios que sean. Si no lo
consiguen, hay quienes no dudan en utilizar la Violencia, ya sea verbal,
psicológica, sexual o física... hasta llegar al asesinato.
La diferencia de este tipo de Violencia de género, con respecto a otras
Violencias es bastante clara, por mucho que haya quienes quieran
equipararlas... Como señala Miguel Lorente, médico forense experto en violencia
de género, se trata de un tipo de violencia que se aparta por completo
del resto de las agresiones interpersonales. La agresión a la mujer es:
·
Inmotivada. No hay un motivo real para la
violencia y como excusa pueden utilizar que la cena esté fría, que haya tardado
en coger el teléfono o que haya mirado a una persona indebida… (Es inimaginable
que ese mismo hombre ejerza la violencia contra un compañero de trabajo porque
no tenga grapas la grapadora, o porque el camarero le haya puesto poca espuma
en la cerveza…)
·
Desproporcionada y Excesiva. A pesar de no tener
motivos, chilla, insulta, golpea objetos, tira cosas y llega a pegar a la
mujer, que se siente impotente porque le hace creer que todo lo que ella hace
está mal. (Es impensable que tuviera la misma reacción en el trabajo, con un
compañero, un jefe o con un camarero o amigo)
·
Extendida. La violencia que ejerce contra la
mujer se extiende a la familia o amistades que la defiendan o la den refugio.
(Es incontestable que la violencia nunca la ejercería contra la familia de un
compañero o amigo)
·
Con intención de aleccionar, no tanto de
lesionar. Su pretensión principal es subyugar y someter a la mujer a sus
dictados y si para ello tiene que emplear la fuerza física más extrema, lo
hace.
Lo que pretende es demostrar que él tiene el poder y
el control, por eso no busca sitios alejados, ni utiliza la nocturnidad… Por
ello mismo, suele llamar a la policía e incluso entregarse a las autoridades,
con el fin de “dejar intacto su prestigio como hombre que impone su poder”.
Es por eso que la mayoría de los agresores desarrollan
habilidades especiales a la hora de relacionarse con otras personas fuera del
hogar. Son personas afables que intentan ganarse la confianza y el respeto de
los demás, incluso tratando en ocasiones a la mujer de manera exquisita cuando
se les ve en público, buscando la integración social en el terreno que le
interesa a la sociedad, el público, y manifestando la verdadera consideración
que tiene a la mujer en el seno del hogar o ante determinadas circunstancias.
Sabe que será su mejor coartada y el argumento más rotundo a su favor en caso
de que el caso trascienda a lo público. Por eso, e muchas ocasiones, la
descripción que hacen de él, vecinos o conocidos, es la de “una persona normal,
agradable…”.
Es muy consciente de la violencia que ejerce contra la
mujer, por el simple hecho de ser mujer. No lo hace contra otras personas, sino
contra el objeto de su sumisión y doblegamiento, por eso el maltratador debe
ser considerado un delincuente y no un enfermo. El violento no es un borracho,
ni un drogadicto, ni una persona que sufre depresión o patologías mentales, en
la mayoría de los casos. Es más, en ocasiones, beben o toman drogas, antes de
pegar o matar a las mujeres, para que esos hechos les sirvan de atenuantes o
eximentes, ya que tienen bien aprendida la ley y planificado el crimen.
La Violencia de Género es un hecho que sufren las
mujeres, pero que afecta a toda la sociedad, y es por ello que toda la
ciudadanía debe implicarse en su erradicación. ¡Demostremos que todos, mujeres
y hombres, estamos en contra de esta lacra social y en contra de estos
especímenes, más propios del pasado que de una sociedad democrática y libre, en
la que pretendemos vivir en igualdad ambos sexos! ¡Acudamos a la manifestación
del 7 de Noviembre y mostremos nuestra más profunda repulsa!
Carmen Laviña
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Y... ¿AHORA, QUÉ?
Cada cual hace hoy su
propia interpretación de las elecciones autonómicas celebradas en Cataluña. Lo
único incontestable es que el 51,7% de
las personas que han votado, NO están a favor de la Independencia, mientras que
el 47,8% han votado SI a la secesión y están dispuestos a imponer su
criterio a base de interpretar los votos en forma de escaños. Incontestable
también es el batacazo del PP, fiel
reflejo de lo que siente España, en general, por el actual
gobierno del PP de Rajoy.
Pero la pregunta clave es... "¿Y ahora qué va a pasar?
Algunas de las claves, según los expertos y los protagonistas, son:
1º) Hay que investir un Presidente y Arturo Mas no cuenta con la mayoría y la CUP (clave en el proceso) no le apoya tampoco.
2º) Quieren desplegar un "hoja de ruta" en la que figuran: hacer un
texto constitucional específico para Cataluña y crear las costosas estructuras
de un nuevo Estado, es decir, crear una Hacienda propia, una Seguridad
Social, unos Servicios Sociales y de Salud, un abastecimiento de energía, una
propia seguridad e instituciones de acción exterior...
3º) La CUP, formación anticapitalista que es clave para la gobernabilidad,
a pesar de que había dicho que quería la mayoría de votos y no de escaños,
donde "dijo digo, digo Diego" y pide
la desobediencia a todas las leyes españolas y la ruptura con las estructuras
autonómicas actuales... O sea, que pueden torpedear el diálogo futuro...
4º) Cataluña tendrá que abrir diálogos, aunque con el estado
español quiere tratar de "igual a igual", como si ya fueran un
estado diferente. Y también quieren abrir diálogos con instituciones
internacionales, cuya mayoría de ellas son contrarias a este proceso
independentista.
5º) ¿Hasta cuándo se puede seguir con
esta situación o este diálogo con el Estado? Hay que recordarles que el 1 de noviembre, el gobierno de Rajoy
pasa a ser interino hasta las elecciones generales, que pude no ganar... Y
quien le sustituya, tendrá sus propias ideas sobre el proceso catalán.
Carmen Laviña
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Seguiré "yendo" con Pedro Zerolo cuando vaya de Manifestación
Llevo contemplando este folio en blanco desde ayer y es que no sé como volcar en palabras el sentimiento de un hueco. Que Pedro Zerolo nos ha sido arrebatado por esa “muerte enamorada, por esa vida desatenta” es un hecho, pero lo que yo echo de menos es ese ciudadano de pantalones color naranja, de chaquetilla ajustada y discurso sin escribir, que inauguraba un acto de mujeres y decía: “Nosotras, las feministas…” y los aplausos no le cabían en los bolsillos de la chaquetilla y los elogios se enredaban en sus característicos e inconfundibles rizos. No he visto a un hombre, que siendo gay, tuviera “enamoradas” a tantas mujeres y es que sabía tanto de expresar sentimientos, como nosotras.
Zerolo, “El Zerolo”, no era un político al uso. Era un civil, republicano, socialista, laico y solidario, que creía en la igualdad por encima de todo. Y para conseguirla vivía. Y por conseguirla luchaba y trabajaba. Como un martillo remachó incansable, durante años y años, en su partido, que había que hacer una ley de matrimonio gay, una ley que igualara a las personas transexuales y bisexuales, una ley de igualdad efectiva entre mujeres y hombres… Y su golpear tuvo eco en los oídos del Zapatero de la primera legislatura. Y lograron que España fuera, por primera vez, referente mundial en Igualdad.
Pedro, no sólo aprovechó esta circunstancia para casarse con el amor de su vida, el prudente y amoroso Jesús, sino que aprovechó los fines de semana para casar, como concejal, a un montón de parejas de gays y lesbianas (famosos y no famosos), prolongando así su jornada laboral, más allá de lo que el cansancio recomienda. Y es que no le veía el fin a su compromiso con la ciudadanía y con él arrastraba, sin pedir permiso, a cuantos le rodeaban. Estar al lado de Zerolo sí era militar en los valores de Zerolo.
Cuando algunos supimos, antes de que se hiciera público, que tenía cáncer de páncreas, descubierto de una manera un tanto tonta, como generalmente se descubren estas cosas, ya sabíamos que su vida tenía fecha de caducidad marcada, pero aún así, al verle luchar, al verle asistir a las manifestaciones, al despacho del ayuntamiento, a las reuniones con los vecinos de tal o cual barrio, a la precampaña electoral… pensábamos que Zerolo iba a hacer posible que la ciencia se equivocara… Que Pedro, el laico, iba a conseguir que el Universo se aliara con él y le iba a permitir recoger ese acta de diputado que se había ganado a pulso, luchando como un valiente, contra prejuicios por su condición, contra viento y marea, contra fiebre y quimioterapia.
¡No pudo ser!, diría él, con una sonrisa. Porque Pedro no sabía quejarse ni guardar rencor. Por cierto que una de las últimas veces que le vi, me tocó la cabeza y me dijo: “¡Cómo te envidio el pelo, Carmencita! Hay que ver lo que te ha crecido”. Y yo, que sabía lo que le había costado deshacerse de sus rizos, le dije y en ese momento no le mentía: “Verás como a ti también te crece, Pedro… Hay que tener un poco de paciencia… Pero también está muy guapo así, a los chicos os queda muy bien estar rapados”… Me abrazó tiernamente. No sé si porque me agradecía el piropo o la esperanza que le daba. Ambos sabíamos que no era coquetería –aunque eso no le faltaba a nuestro Pedro que solía pedir opinión sobre su vestuario--. No. El pelo entre las personas que padecen cáncer trasciende la coquetería para convertirse en una seña de identidad y, mucho más, en el caso de los rizos de Zerolo.
Ayer por la tarde, después de besar a su marido Jesús y a sus hermanos, cuyo acento canario me lo recordaba de una manera descarnada, me senté un ratito al lado del féretro, viendo desfilar a políticos y gente importante… y, os juro, que no podía imaginarme a Pedro dentro, con los ojos cerrados y los brazos cruzados.
Yo lo imaginaba despierto, con los brazos estirados, como si estuviera escondido, como si estuviera participando en uno de esos antiguos espectáculos de magia, en los que se da vueltas a la caja y aparece por una esquina de la sala, la persona que estaba dentro…
Carmen Laviña
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Quiero un Madrid rojo como la sangre que bombea mi corazón
No quiero un Madrid “azul y
faraónico”, quiero que vuelvan los Madriles, esos de colores, de tiendas de
barrio, donde conocen tu nombre y te limpian el pescado, donde la vecina te
saluda y te pregunta qué tal va tu madre, donde el árbol cobija bajo su sombra
a las madres, que vigilan las meriendas y a los hijos que juegan, sin ningún
temor de que una rama se parta y los deje huérfanos.
Quiero esos Madriles, de
aperitivo de domingo con vermut de grifo, y tarde de cine porque no tiene un
21% de IVA, y malhumor a la salida, porque se acerca el lunes y hay que volver
al curro, porque la mayoría tiene trabajo.
Esos Madriles, donde el Oso y
el Madroño, sean los únicos que compartan los aromas a bollería de la
Mallorquina, porque nadie indignado tenga que acampar al Sol para que no se
privatice el agua del Canal de Isabel II, para que no nos cobren las tasas de
basura dos veces, para que no se gasten 600 millones en hacerse despachos
azules en el Palacio de Correos de toda la Ciudadanía…
Deseo un Madrid, sin polución,
donde los medidores no estén tramposamente colocados, para que den mediciones
más bajas y engañar a la Unión Europea. Espero un Madrid limpio de basura y papeles
por las calles. Sin afanes recaudatorios, sino con vocación de servicio a la
ciudadanía, con suficiente funcionariado bien tratado y pagado. Un Madrid acogedor
y alegre, donde la diversión segura, no esté en las afueras de la ciudad ni en
el culo de “una botella” y, por supuesto, no acabe en la arena de una fosa.
Exijo un Madrid, de 5 años de
carreras universitarias y enseñanza
pública y gratuita. Quiero que vuelva nuestra intachable Sanidad profesional
pública y gratuita, ejemplo en el mundo.
Demando que las inversiones (que
pagamos todos los madrileños) no se tiren al “Río” y se invierta en investigación,
en ayudas a las víctimas de violencia de género, a las personas en situación de
desempleo…
Quiero un Madrid con guarderías
de 0 a 3 años y con grúas que recojan los escombros de la Ley de Dependencia y
que la reconstruyan, en forma de ayudas a las personas dependientes y sus
familias, en forma de centros de día, de centros de la tercera edad, de
residencias…
Quiero un Madrid cultural,
artístico, acogedor, alegre, transparente, democrático, comunitario donde los
pobres no sean retirados porque estropeen el paisaje, libre, donde los pájaros
no tengan que pasar examen municipal para cantar en la calle…
Quiero un Madrid rojo como la
sangre que bombea mi corazón y como quiero que riegue todas las arterias de la
España en la que habito y a la que quiero.
Carmen Laviña
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Micromachismos como freno del Empoderamiento
Mañana sábado 28, a las 11 doy una ponencia en el Hotel Auditorium (Avd. de Aragón, 400) sobre "Los Michomachismos como freno del empoderamiento y la igualdad", dentro del Simposio "Mujer, sociedad e infancia", que organiza la ONG Manos de Esperanza-Federación de Mujeres Africanas.
Estáis todas y todos invitados...
Considerando que Empoderamiento
es el “proceso por el cual las mujeres acceden
al control de los recursos (materiales y simbólicos) y refuerzan sus
capacidades y protagonismo en todos los ámbitos”. Abarca desde el cambio individual a la acción
colectiva, e implica la alteración radical de los procesos y estructuras que
reproducen la posición subordinada de las mujeres como género.
Y que los MicroMachismos (si es que existen como tales) serían Prácticas de dominación y violencia masculina en la vida
cotidiana. Comportamientos de control y dominio “naturalizados”, legitimados e invisibilizados que se ejecutan impunemente, con o sin conciencia de
ello”. Se trata de microabusos y microviolencias que procuran que el
varón mantenga su propia posición de género. Son la base
de las demás formas de violencia de género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual, etc.)
Carmen Laviña
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8 de Marzo: Un Día Internacional de las Mujeres, sin nada que celebrar
¿Un 8 de Marzo más? No. Ni en el Mundo, donde los Objetivos del Milenio que afectan a las Mujeres están estancados... Ni en España, donde el retroceso en los derechos sociales y los derechos legítimos de las mujeres, han retrocedido al punto de hace décadas.
Se celebra el 20 aniversario de la IV Conferencia de Beijing (Pekín) y la Plataforma de Reivindicaciones, que preconizaba remover los obstáculos que impedían la Igualdad de las mujeres y animaba a los más de 150 gobiernos firmantes (entre ellos España), resulta que vamos "hacia atrás"...
Las mismas mujeres de los "8 de Marzo" de hace 20 años, volvemos a vernos en las manifestaciones, reivindicando las mismas cosas. Las únicas que hemos cambiado somos nosotras. Más maduras, con más ojeras y menos aguante...
Carmen Laviña
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Día contra la Mutilación Genital Femenina
El 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina (MGF), acordado en 2012 por Naciones Unidas. No vamos a negar que ha tardado su tiempo, aunque partamos de la referencia de la I Conferencia Mundial de la Mujer (1975) o la Declaración para la eliminación de la Violencia contra la Mujer (1997).
Nunca es tarde si las políticas son buenas porque la extensión y aceptación de este atentado contra la dignidad y la libertad de las mujeres y de las niñas, que se ha vendido como tradición, la sitúa como una lacra que afecta hoy a entre 125 y 130 millones de mujeres y de niñas, y 30 millones están en riesgo de ser mutiladas en la próxima década, según la Fundación WassuUAB. 8.427 cada día; 351 cada hora; entre 5 y 6 cada minuto.
No es éste el espacio para relatar qué es una MGF (ver vídeo, abajo). Hay páginas y páginas en las que poder ver la tipología, las características, los pasos. Pero es necesario señalar que, aunque se haya vinculado al Islam, la MGF no es un precepto del Corán. No es una costumbre de los países musulmanes como Arabia Saudí, Irán, Afganistán, por señalar algunos. En realidad es una aberrante práctica ancestral de iniciación de las niñas al mundo de las adultas que se inicia en el Egipto preislámico y copto. A través de la diáspora, las tribus que tenían este método de “fidelidad forzada” de las mujeres van estableciéndola como norma extendiéndose, según Naciones Unidas, a 29 países de África y de Oriente Medio, algunos países de Asia y América Latina (en colectivos indígenas). Además, persiste también en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en América del Norte, Australia y Nueva Zelanda. Es decir, una terrible práctica universal.
La MGF provoca infecciones, hemorragias, septicemia… que pueden llevar a una muerte a corto plazo, y una larga serie de consecuencias a largo plazo: esterilidad, hepatitis, sida, alteracionesginecológicas y urinarias, anulación del placer, angustia-miedo, estrés postraumático.
Algunas de estas consecuencias son cruciales a la hora de un futuro parto, por la modificación del canal del parto y otras consecuencias que pueden ocasionar la muerte del feto y/o de la mujer. Unos datos nos pueden ayudar a ver esta consecuencia de la MGF: Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 500.000 mujeres mueren cada día por complicaciones del embarazo: 1.370 cada día, 57 cada hora. El porcentaje en África supera el 50%, con una fertilidad de 4-6 partos por mujer. En Níger, muere una madre cada 7 partos. En España, una cada 17.400. En Suecia, una cada 29.000, según la ONG Save the Children.
España no es África, aunque estemos cerca, pero tengamos en cuenta que aproximadamente 22.000 niñas, hijas de familias procedentes de países donde se realiza la MGF, corren el riesgo de ser mutiladas, sobre todo, en los viajes que realizan con sus padres a los países de origen. Por eso nos hemos dotado de herramientas para la prevención y disuasión, porque la ley recoge penas de cárcel para quienes realicen o propicien lesiones que menoscaben la integridad corporal (artículos 147 -150 del Código Penal). La herramienta más importante, la que reconocía que la MGF es una vulneración de los Derechos Humanos, era la Ley Orgánica 3/2005 para perseguir extraterritorialmente la práctica de la MGF, que fue anulada hace un año, cuandoMariano Rajoy agachó la cabeza y eliminó toda posibilidad de Justicia Universal.
Con la entrada en vigor del Convenio de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, que incluye la MGF en su artículo 38, tenemos una capacidad mucho mayor, si se lleva a efecto, de legislar y también de articular una serie de medidas educativas, sociales, de protección y tutela para proteger la integridad de las menores que estén en riesgo de ser mutiladas.
Sin duda, la MGF sigue siendo, en nuestro país, una desconocida. No es vista como un violencia que afecta a las niñas que van al colegio y juegan con nuestras hijas e hijos; a las adolescentes que mañana serán mujeres; a las mujeres que pudieran ser nuestras amigas, novias o compañeras, pero que no lo serán nunca, porque la MGF les ha dejado una lesión física y psicológica tan difícil de curar, una dolorosa vergüenza que les impide ser, estar y relacionarse. Una violencia que, cuando no mata, deja estigmas de por vida.
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