La Adrada sigue siendo refugio de amigos y amigas desde hace 30 años o más...
Antes éramos los forasteros. Casi la gente nos miraba mal, porque en ese Valle del Tietar aterrizamos en nuestras naves semiterrestres un grupo de "veraneantes" que llevábamos neveras portátiles, nos gustaba bañarnos en la presa del pueblo y disfrutábamos como "enanos" del cine de verano, con nuestros bocatas y nuestras pipas.El parque de La Nava nos parecía una jungla donde jugar a las películas sin ser observados por los mayores y el Castillo, hecho un grupúsculo de ruinas, ofrecía algún que otro refugio para sangriadas, escarceos juveniles y guitarra, tocada por "El Cuerpo" o por "Perico", los dos "maestros segovias" particulares de la panda del Alicantino, bar emblemático, no sólo por su dueño Vicente, que dios tenga en su gloria, sino por las interminables partidas de mus, gimkanas y alguna que otra borrachera. ¡Era normal con la cantidad de alcohol que ponía en las copas. Casi no cabían los refrescos!
Ahora seguimos siendo los forasteros. 30-40 años después. Nos siguen mirando mal aunque ya se conozcan nuestros nombres, pero quizá lo hacen por diferente motivo. Porque se preguntan cómo sin ser perros (bueno sólo un poco) hemos podido guardar tanta fidelidad a un lugar en el que todo está carísimo, en el que parece que te hacen un favor cuando te venden algo, en el que no hay más marcha nocturna que dos pubs que o te echan directamente a la hora que le venga bien al dueño o te ponen la canción de "a la calle, a la puta calle..."
Lo que no saben es que allí nos hicimos amigos un grupo de personas que nos gusta vernos, reir, ir al cine de verano que queda de los 3 que hubo en su momento, beber, comer cuchifrito, jugar al mus, visitar el mercadillo... En definitiva ir al que consideramos "nuestro pueblo" porque llevamos en él muchos más años que muchos de sus habitantes. Incluso algunos/as hemos subido al Mirlo. Cuando éramos más jóvenes, claro y no nos imponían sus mil y pico metros de altura.
Este artículo va dedicado a esos amigos que han permanecido fieles a personas y piedras. Besos.
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